domingo, 29 de julio de 2012

OUSÍA

La palabra ousía es la trascripción latina del término griego οuσία. Ousía viene del participio femenino del verbo εiμί (imí). Esto es: ouσα. Significaría originariamente ser, existir, vivir, haber o tener. En el dialecto ático-jónico significaba originariamente riqueza de algo, nutriente, etc. En el Nuevo Testamento escrito en griego koiné todavía se sigue utilizando en ese sentido. Parece que este significado predomina hasta el siglo IV. Por extensión ousía significaría en el lenguaje cotidiano riqueza, posesión o propiedad. Sin embargo es Aristóteles el filósofo antiguo que más utiliza este término en un sentido filosófico que viene a ampliar o a modificar el sentido originario. 
       Para Aristóteles el término ousía es fundamento o soporte con respecto a otros géneros de realidad dependiente. En este sentido se opone a accidentes “accidens” (lo que sobreviene a). Ahora bien, ousía es entonces aquello en virtud de lo cual un ente se halla constituido y es capaz, en última instancia, de mantenerse y ser aquello que es. Lo que solemos entender por esencia. Asimismo, la noción filosófica de ousía incluye tradicionalmente una directa referencia al término "identidad". En efecto, a toda realidad presentada en términos de unicidad e inmutabilidad le pertenece correlativa y básicamente el predicado de identidad y el predicado de mismidad. La ousía es entonces soporte de accidentes y esencia permanente e idéntica a sí. 
       ¿Cómo se llegó entonces del significado común de ousía (hacienda, posesión, propiedad) al significado filosófico (soporte, esencia e identidad)? 
      Una explicación verosímil sería la siguiente: ousía en tanto que "propiedad" o "hacienda" es aquello que da consistencia e identidad al ciudadano griego. Por metonimia esa consistencia e identidad que conotaría el término pasaría a ser el significado principal y denotativo del término ousía en el sentido puramente filosófico:estabilidad, firmeza, ausencia de variación y permanencia. 
         Los escolásticos utilizan la palabra substantia para referirse a la ousía aristotélica. El término substantia parece dar prioridad al aspecto de la ousía relativa al soporte o sustento de accidentes en cada cosa particular. No obstante, este mero soporte es susceptible de derivar en pura indeterminación abstracta al menos en dos sentidos. En el sentido de los empirístas británicos (recordemos los análisis que Locke y Hume hacen de la sustancia material o cosa y la sustancia espiritual o yo); o en el sentido de los grandes metafísicos como Parménides o Hegel (el soporte último de toda realidad: el Ser mismo, el Ente). El filósofo alemán Martin Heidegger creía que traducir ousía por substantia había desvirtuado lo que realmente quería decir Aristóteles. Heidegger sabía que "ousía" significaba originariamente riqueza, propiedad, posesión, etc. Y según el filósofo alemán, Aristóteles todavía utilizaba la palabra con este primordial significado. Forma parte, en cierto modo, de ese Ser comprensible, cercano y concreto que nada o muy poco tiene que ver con el Ser abstracto de la metafísica.

lunes, 7 de mayo de 2012

PERIPATÉTICO


La palabra peripatético es un cultismo griego (περιπατητικός) formado del prefijo περι (peri = alrededor), el verbo πατειν (patein = deambular) y el sufijo ικο (ico = "relacionado con"). Peripatético significa entonces "que deambula alrededor”.
      A la escuela aristotélica se la denomina peripatética. Peripatéticos son entonces los seguidores de la filosofía de Aristóteles. Al parecen eran llamados de esta manera porque tales filósofos, ya sea entre ellos o con sus discípulos, debatían mientras caminaban alrededor de un patio. El patio fue llamado peripatos. Los más célebres filósofos peripatéticos que sucedieron a Aristóteles fueron Teofrasto y Estratón de Lampsaco. 
      En castellano esta palabra tiene también el sentido de 'ridículo' o 'extravagante', probablemente por cruce con patético, vocablo éste que, no obstante, tiene otro origen.

domingo, 6 de mayo de 2012

AFASIA

Afasia procede del vocablo griego αφασία: sin palabra.
       El término se relaciona con Pirrón de Elis y la filosofía escéptica. Al ser todo igualmente indiferente, hay que mantenerse sin opiniones. Se trata de lo que los escépticos denominaron "abstención de juicio" (epoché), que conduce al silencio (afasia). Esta indiferencia teórica sirve de base a la indiferencia práctica, a la humildad y la mansedumbre, así como a la impasibilidad o apatía (apathéia). La vida sabia consiste en conseguir un equilibrio perfecto que nada pueda turbar (ataraxia), sustituyendo los dogmas por las costumbres y las inclinaciones naturales. 
       En 1864 el médico francés Armand Trousseau utiliza el término para designar un trastorno en el cual el sujeto pierde la capacidad de producir o comprender el lenguaje. La afasia se debe, desde el punto de vista neurológico, a lesiones cerebrales en el área especializada en el lenguaje.

EPOCHÉ

Epochē (del griego εποχή «suspensión») es un concepto originado en la filosofía griega, utilizando principalmente por la corriente escéptica. En los tiempos modernos fue revitalizado por la fenomenología de Edmund Husserl si bien no en su acepción inicial.
Originariamente, según la definición de Sexto Empírico, la epochē es «el estado de reposo mental por el cual ni afirmamos ni negamos», o si se quiere una actitud mental de imperturbabilidad o ataraxia (del griego αταραξια). El concepto tenía distintos grados de «intensidad» según los distintos filósofos de esta corriente, abarcando desde la suspensión radical del juicio para algunos en el caso de especulaciones teóricas, hasta posiciones próximas del probabilismo en otros casos. En lo que respecta a aspectos no ya teóricos sino prácticos, el concepto tendía a confundirse con la 'metripatía, que puede traducirse como la adopción de una actitud de prudencia cuando se trata de evaluar sentencias de carácter moral.
El concepto epochē jugó un rol importante en la corriente filosófica del escepticismo de Pirrón. Partiendo del supuesto de que no conocemos nada, Pirrón argumentó que la actitud que más conviene adoptar es la epochē, es decir, la suspensión del juicio o de la afirmación. No es exacto afirmar que esta posición implica la idea de que no tenemos ninguna posibilidad racional de elegir entre uno u otro curso de acción. Más bien se relaciona con el hecho de que un determinado tipo de vida o acción no puede ser catalogado como el «definitivamente correcto». Tampoco es acertado postular que los escépticos niegan dogmáticamente la posibilidad de todo conocimiento: la misma palabra Skepsis implica «siempre buscar», «siempre investigar». En efecto, sería contradictorio afirmar plenamente que nada puede ser objeto de conocimiento ya que esa misma proposición sería paradójicamente elevada a la categoría de algo que se conoce.
En la fenomenología de Husserl el concepto de epochē se redefine de una manera más radical, como un cambio fundamental de actitud no sólo respecto al conocimiento y a las teorías ya existentes, (lo que se aparenta a la suspensión del juicio) sino también frente a la realidad misma. Cambio de actitud que Husserl describe con las imágenes de "poner entre paréntesis" (Einklammerung), de «desconexión» (Ausschaltung) de la cotidianeidad. Esta sería un presupuesto del método para llegar a lo que Husserl denomina reducción fenomenológica.
Tal radicalidad permite distinguir a la epoché en sentido husserliano, no sólo de la epochē clásica, sino también de todo otro concepto con el que puedan presentarse analogías, entre los que pueden citarse la duda cartesiana o la abstención de explicaciones metafísicas propugnada por Auguste Comte. Tampoco es para nada la negación de la realidad. 
Ese cambio radical frente a la actitud «natural», nos pone en el umbral del conocimiento filosófico. Ferrater Mora explica que en esa «puesta entre paréntesis» no sólo van a quedar encerradas las doctrinas y teorías respecto de la realidad, sino también, la realidad misma: como consecuencia de ello, la realidad no resulta modificada sino «alterada». Sólo esta actitud permitiría alcanzar la conciencia pura o transcendental.

Fuente: wikipedia

sábado, 24 de diciembre de 2011

FENÓMENO Y NOÚMENO

El fenómeno (del griego: φαινόμενoν: 'apariencia, manifestación', en plural: phenomena φαινόμενα) es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos; es decir, el primer contacto que tenemos con las cosas, lo que denominamos experiencia. La misma palabra hace pensar que detrás del fenómeno puede existir una estructura no perceptible directamente, el filósofo Immanuel Kant lo llamó noúmeno.

El noúmeno (del griego "νοούμενoν" "noúmenon": "lo pensado" o "lo que se pretende decir"), en la filosofía de Immanuel Kant, es un término problemático que se introduce para referir a un objeto no fenoménico, es decir, que no pertenece a una intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible.

Por otra parte, el término también ha sido usado para hablar de la cosa-en-sí, es decir, la cosa en su existencia pura independientemente de cualquier representación.

En la filosofía de Platón representa una especie inteligible o idea e indica todo aquello que no puede ser percibido en el mundo tangible y a la cual sólo se puede arribar mediante el razonamiento. El noúmeno como concepto fundamenta la idea de la metafísica en Platón.

La cosa en sí misma, fuera de su relación con nuestro modo de intuirla o percibirla; no es objeto de nuestros sentidos, ni por lo tanto de nuestro conocimiento. Para Kant no cabe un conocimiento de la realidad nouménica pero es posible acceder a dicha realidad mediante la experiencia moral; por ejemplo, aunque sólo podemos conocernos a nosotros mismos como seres sometidos a la causalidad dominante en el ámbito de los fenómenos –es decir como no libres–, tenemos que pensarnos también como libres si queremos aceptar la posibilidad de una conducta sometida a imperativos categóricos, –es decir una conducta moral–.

Fuente:wikipedia


jueves, 3 de noviembre de 2011

ECONOMÍA Y CREMATÍSTICA

En la Política Aristóteles identificó dos tipos de actividades productivas y distributivas en la antigua sociedad griega: οíκονομία (economía) y  χρηματιστική (crematística).
     Economía viene del griego οíκονομία, que a su vez se compone de dos palabras: οìκος (hogar o casa, en el sentido de patrimonio) y νέμω (ley o medida). La economía se puede definir entonces como el conjunto de leyes, normas o costumbres mediante las cuales se administran los bienes de la casa. En la Antigua Grecia estos bienes solían ser esclavos, animales domésticos, lana, alimentos y otros recursos. En 1615 el economista francés Antonio de Montcheretien afirmaba que la ciencia de la administración de la riqueza era común al Estado y al hogar. Antonio entonces consideró correcto utilizar la palabra economía para designar tanto la administración de los bienes de un Estado como los de una familia, pues consideró que un Estado o país es como una casa grande y una casa una especie de Estado en pequeño. En español utilizamos entonces los términos “economía política” (término utilizado por Antonio)  para referirnos a lo primero y “economía doméstica” (expresión que en griego sería sin embargo redundante) para lo segundo.
     La palabra crematística viene del griego χρηματιστική (chrematistike), que a su vez se deriva de χρήματα (chremata), bienes, riqueza, dinero. De modo que originariamente la crematística sería el arte de adquirir bienes o dinero. En el primer libro de la Política Aristóteles afirma que hay dos tipos de crematística: la doméstica y la comercial o de cambio. La crematística doméstica se sirve a veces del dinero para obtener lo necesario para la vida y el hogar y la crematística de cambio tiene por objeto el dinero mismo. Aristóteles considera que la riqueza doméstica tiene un límite, las necesidades del hogar, mientras que la riqueza a que aspiran los que se dedican al cambio es ilimitada, pues no persiguen otro fin que el aumento indefinido de su caudal de dinero. Aristóteles muestra mayor simpatía por la primera que por la segunda. No obstante, en el libro V de la Ética Nicomáquea, Aristóteles volvió a meditar sobre la función del dinero, esta vez con mayor simpatía por la actividad comercial.

domingo, 23 de octubre de 2011

ACTO Y POTENCIA

La palabra acto proviene del latín actus y se encuentra relacionada con la noción de acción. Más bien con el resultado de hacer. Es decir, actus es actualidad, plena realidad. Actus es participio pasivo del verbo agere (llevar a cabo, mover hacia adelante). Los participios pasivos en latín frecuentemente añaden una t. Por ejemplo: legere (leer) -> lectus (lectura). También el participio de agere (actus). El verbo latino agere viene de una raíz indoeuropea (ag- = conducir) que dio en español palabras como agente, ágil, o pedagogía. La palabra potencia proviene del latín potentia que viene a significar poder o facultad. También posibilidad.
     Los romanos y escoláticos utilizaron la palabra potentia para traducir el término griego dýnamis (δύναμις). Según el "Breve Diccionario Etimológico de la  Lengua Castellana" de Joan Corominas, dýnamis viene de dynamai o sea "yo puedo", "yo soy capaz". Dynamis  vendría a significar fuerza. Asimismo los latinos llamaban actus a lo que los griegos denominaban enérgeia  (Èνέργεια). Enérgeia está compuesta de en (dentro) y ergon (acción o trabajo).
     Los términos dýnamis y enérgeia cobran especial importancia en Aristóteles. Aristóteles interpretará el movimiento como la actualidad de lo posible, es decir, el paso de la potencia al acto: la actualización de la dýnamis, y que la dýnamis pase a ser enérgeia. Recurriendo al ejemplo clásico resultaría que la semilla es árbol en potencia, pues tiene la fuerza o posibilidad de llegar a ser árbol. El árbol mismo es árbol en acto, pues la potencia ya se ha realizado, concretado o actualizado.