La
palabra atimia viene del término griego ἀτιμία, que a su vez deriva
de τιμή, timế, "honor". Al estar precedido de una α privativa viene
a negar o desprestigiar el término posterior. De modo que atimia se puede entonces traducir
como deshonor.
En la antigua democracia ateniense la atimia es una privación
total o parcial de los derechos ciudadanos. Aquél que se convierte en átimos
(griego antiguo ἄτιμος), no puede asistir a la Asamblea, ejercer las
funciones de jurado en la Heliea ni intentar acciones judiciales ante los tribunales. En
cambio, conserva el estatus de astós griego antiguo, ἀστός, es
decir ciudadano de estirpe. Puede, por tanto, transmitir la ciudadanía a sus
hijos.
Excluir a un ciudadano de la asamblea es una forma eficaz de poner fin a
su ambición política y la incapacidad de recurrir a la justicia para defenderse
contra sus adversarios le pone en una posición social muy difícil. En un nivel
más práctico, la atimia significa la pérdida del pequeño ingreso que reciben
los jueces por su trabajo o que se percibe por asistir a las asambleas, lo que
puede ser grave en el caso de los que están incapacitados para trabajar. La
pérdida de tal actividad política tiene además, sin duda, un impacto
psicológico importante.