La palabra acto proviene del latín actus y se encuentra relacionada con la noción de acción. Más bien con el resultado de hacer. Es decir, actus es actualidad, plena realidad. Actus es participio pasivo del verbo agere (llevar a cabo, mover hacia adelante). Los participios pasivos en latín frecuentemente añaden una t. Por ejemplo: legere (leer) -> lectus (lectura). También el participio de agere (actus). El verbo latino agere viene de una raíz indoeuropea (ag- = conducir) que dio en español palabras como agente, ágil, o pedagogía. La palabra potencia proviene del latín potentia que viene a significar poder o facultad. También posibilidad.
Los romanos y escoláticos utilizaron la palabra potentia para traducir el término griego dýnamis (δύναμις). Según el "Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana" de Joan Corominas, dýnamis viene de dynamai o sea "yo puedo", "yo soy capaz". Dynamis vendría a significar fuerza. Asimismo los latinos llamaban actus a lo que los griegos denominaban enérgeia (Èνέργεια). Enérgeia está compuesta de en (dentro) y ergon (acción o trabajo).
Los términos dýnamis y enérgeia cobran especial importancia en Aristóteles. Aristóteles interpretará el movimiento como la actualidad de lo posible, es decir, el paso de la potencia al acto: la actualización de la dýnamis, y que la dýnamis pase a ser enérgeia. Recurriendo al ejemplo clásico resultaría que la semilla es árbol en potencia, pues tiene la fuerza o posibilidad de llegar a ser árbol. El árbol mismo es árbol en acto, pues la potencia ya se ha realizado, concretado o actualizado.
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