miércoles, 16 de noviembre de 2016

SIMBÓLICO Y DIABÓLICO

La palabra simbólico viene del griego symbolikos, y ésta de símbolo, del griego σύμβολον (symbolon). Symbolon deriva del verbo συμβάλλειν, que esta compuesta de συμ (sim) que viene a significar juntamente, juntar o volver a unir, y βάλλειν (ballein), que podemos traducir como lanzar, arrojar o tirar. Así ocurre por ejemplo con el término discóbolo, o sea, el que lanza el disco. Símbolo significa entonces literalmente lanzar conjuntamente; lanzar, y al lanzar, reunir o volver a unir. En definitiva, si le echamos algo de imaginación, lanzar o tirar algo (incompleto) con la fortuna de que se reúna con las partes que le faltan (para llegar a estar completo). En El Banquete Platón pone en boca de Aristófanes el famoso mito en el que se explica el amor sexual (eros) como anhelo de encontrar la mitad que nos falta. Lo que hoy solemos llamar nuestra media naranja. Allí Platón utiliza el término símbolo de un modo muy coherente con este planteamiento: 
  
Por tanto, cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo. En consecuencia, cuantos hombres son sección de aquél ser de sexo común que entonces se llamaba andrógino son aficionados a las mujeres, y pertenece también a este género la mayoría de los adúlteros; y proceden también de él cuantas mujeres, a su vez, son aficionadas a los hombres y adúlteras.  

Sin embargo parece ser que originariamente símbolo era un objeto partido en dos del que dos personas conservaban cada uno una mitad. Al unirse las dos partes se hacía explícito un nuevo sentido que podía ser un poder extraordinario, una relación de parentesco entre los portadores o cualquier otro acontecimiento hasta ese momento oculto y anhelado. En literatura fantástica este objeto suele ser un anillo, una medalla o una moneda. En su obra La edad del espíritu, el filósofo Eugenio Trías define símbolo de la siguiente manera: 

Símbolo era, en su origen, una contraseña: una moneda o medalla partida que se entregaba como prenda de amistad o de alianza. El donante quedaba en posesión de una de las partes. El receptor disponía sólo de una mitad, que en el futuro podía aducir como prueba de alianza con sólo hacer encajar su parte con la que poseía el donante: En ese caso se arrojaban las dos partes a la vez, con el fin de ver si encajaban. De ahí la expresión sým-bolom, que significa aquello que se ha lanzado conjuntamente. 

No obstante, el significado más común de símbolo viene a ser una contraseña o santo y seña dicha o escrita en la que un individuo dice o muestra una frase escrita y el otro responde con otra frase y/o la acción pertinente. Cuando las dos partes se cumplían (la frase dicha o escrita y la frase o la acción adecuada con la que se respondía) los dos participantes reconocían entonces su compromiso o deuda mutua. En el libro VI de Historia, escrito por Heródoto de Halicarnaso, se mienta símbolo en este sentido: 

Hechos, pues, tales discursos y sacadas conmigo estas cuentas, me resolví a vender la mitad de todos mis haberes y a depositar en su poder la suma que de ellos sacase, bien persuadido de que en tus manos estaría todo salvo y seguro. Allí tienes, pues, ese dinero; tómalo juntamente con el símbolo (σύμβολον) que aquí ves; guárdalo, y al que te lo pida presentándote esa contraseña (σύμβολον); me harás el gusto de entregárselo. Estas razones pasaron con el forastero de Mileto, y Glauco, en consecuencia, se encargó del depósito bajo la palabra de devolverlo. Pasado mucho tiempo, los hijos del Milesio que había hecho el depósito, venidos a Esparta y avistados con Glauco, pedían su dinero presentándole la consabida contraseña (σύμβολον)''. 

Lo contrario de simbólico es la voz griega diabólico (diabólicos) διαβολικός. A su vez, diabólico viene del griego διάβολος (diábolos). Diábolos, διάβολος está formada de διά (dia = a través de) y βάλλειν (ballein = tirar, arrojar). Significa literalmente el que lanza algo a través o entre otros, de ahí el que separa o divide. Para Aristóteles diábolos es quien separa a los hombres con mentiras o calumnias, el maledicente o calumniador. O sea, el que divide a los hombres creando odio, cólera o envidia. Diábolos en castellano nos da la palabra diablo. La palabra diablo nos llega del latín diabŏlus, que aparece por primera vez en Tertuliano entre finales del s. II e inicios del s. III d.C. No obstante, el concepto de diablo como ángel caído expulsado por Dios es una creación del cristianismo. A los padres de la Iglesia de los siglos Il, III y IV d. C., les encantó esta palabra griega para denominar a su espíritu del mal, y la adoptaron en sus traducciones de textos sacros y en su uso. Así pues, consideraban que "el Maligno" tiene como misión separar y desunir del buen camino a los fieles cristianos lanzando sus tentaciones, y que en el juicio final actuará como acusador, calumniador o detractor del género humano.