martes, 10 de noviembre de 2015

ENTELEQUIA


La palabra viene del griego ἐντελέχεια, que en la transcripción latina se convierte en entelecheia. El término griego está  compuesto por  ἐντελης (enteles), 'perfección' y ἔχω (echo) , 'tener'. A su vez Ἐντεληές estaría formado por ἐν, (en) que podríamos entender como 'dentro de' o también 'dedicado a', y τελέω o τελεῶ, (teleo) que podemos traducir como 'finalizar o completar'.
Con estas pistas etimológicas podemos aventurarnos a traducir el término como aquello que encierra dentro de sí la semilla de su propia perfección o aquello que tiene el fin en sí mismo.
El término es utilizado por Aristóteles en su metafísica. Para Aristóteles la entelecheia es el estado opuesto a la energeia, es decir, lo opuesto a acto. De modo que entelecheia es en cierto sentido potencia. No obstante, no toda potencia es entelecheia. Aristóteles distingue entre potencia activa y potencia pasiva. Solo las cosas naturales tienen potencia activa. La semilla es un árbol en potencia activa mientras que la mesa verde es un mesa azul en potencia pasiva. Es decir, la semilla puede desarrollarse desde sí misma y convertirse en un árbol y la mesa verde puede recibir desde fuera el color azul si alguien la pinta. Solo la potencia activa es entelecheia. Decimos entonces que el árbol es entelecheia de la semilla. Ahora bien, la  potencia activa o entelecheia es también lo que Aristóteles denomina naturaleza. La naturaleza es tanto el impulso o fuerza que lleva al objeto a alcanzar su fin y su forma definitiva, como la propia forma, fin, bien o perfección del objeto. A veces Aristóteles identifica potencia activa, entelecheia y naturaleza con carencia o privación.