Docimasia viene del término griego δοκιμασία, del verbo δοκιμάζειν “dokimadsei” que significa probar o ensayar. También se puede traducir como examinar. En español se refiere al arte de ensayar los minerales para determinar los metales que contienen y en qué proporción. Pero en la terminología médica se refiere a la serie de pruebas a que se somete el pulmón del feto muerto para saber si ha respirado antes de morir. No obstante, su significado original hay que buscarlo en la antigua Grecia.
En la antigua democracia ateniense había algunas limitaciones en cuanto a quién podría ser funcionario. No podían acceder a cargos ni mujeres ni extranjeros, pues no eran ciudadanos. Y entre los atenienses solo podían acceder los adultos mayores de treinta años y en algunos casos mayores de cuarenta. Asimismo, una proporción desconocida de ciudadanos estaba sujeta a la marginación por atimia, algunos de ellos de forma permanente y otros temporalmente.
En la antigua democracia ateniense había algunas limitaciones en cuanto a quién podría ser funcionario. No podían acceder a cargos ni mujeres ni extranjeros, pues no eran ciudadanos. Y entre los atenienses solo podían acceder los adultos mayores de treinta años y en algunos casos mayores de cuarenta. Asimismo, una proporción desconocida de ciudadanos estaba sujeta a la marginación por atimia, algunos de ellos de forma permanente y otros temporalmente.
Si era ateniense, varón, mayor de edad, no estaba marginado por atimia y quería ocupar un cargo público, el ciudadano se presentaba voluntario al sorteo. Si el sorteo le asignaba el cargo debía someterse a dokimasia, es decir, a un control público por parte de la Asamblea. Todos los ciudadanos, por principio, estaban capacitados para ejercer cargos públicos, pero la dokimasia constituía un último filtro que pretendía evitar que un loco, un deficiente mental o un individuo poco respetuosos con las leyes y las buenas costumbres ocupara un puesto de responsabilidad. La Asamblea examinaba los orígenes de la familia del recién elegido y observaba especialmente si cuidaba debidamente de sus padres. También tenía en cuenta si el futuro cargo participaba en las ceremonias religiosas y si había cumplido con sus obligaciones militares y fiscales.
No obstante, la vigilancia sobre los cargos públicos no acababa aquí. Después de abandonar el cargo el ciudadano ateniense se sometía a un escrutinio o rendición de cuentas (euthynai) . En el caso
de que el escrutinio resultase negativo y fuera a juicio, el funcionario corría
el riesgo de sufrir penas severas. Incluso durante su mandato, cualquier
funcionario podría ser acusado y ser destituido del cargo por la Asamblea tras
deliberación y votación (epicheirotonía), En cada una de las diez “reuniones principales” (kuriai ekklesiai)
del año, la pregunta era planteada explícitamente en el orden de la Asamblea:
¿Los funcionarios realizan sus deberes correctamente? Además se ejercía un
control particular sobre cada magistrado por parte de diez logistai,
una comisión del Consejo que comprobaba los gastos de los fondos públicos. Y si
todo esto era poca vigilancia, podían sufrir controles extraordinarios por
parte de los tribunales o ciudadanos particulares (graphé , eisangélia o acusación de flagrante delito contra el Estado, apophasis…).
Es interesante resaltar que ningún cargo designada por sorteo podía ser desempeñado dos veces por el mismo individuo. La única excepción era la Boulé o el Consejo de los 500. En este caso, simplemente por necesidad demográfica, un individuo podría desempeñar sus funciones dos veces en la vida. Este principio se extendió a los secretarios y subsecretarios que ejercían como ayudantes de algunos magistrados como los arcontes.
Además de la posible incompetencia, a los atenienses les preocupaba sobremanera la tendencia a utilizar el cargo como una forma de acumular poderes.
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